miércoles, 24 de abril de 2024

COMO LA LUNA NUEVA


  COMO LA LUNA NUEVA



Como la luna nueva

estabas y no.

Un nudo de gatos empapaba de sexo

el paladar oscuro de la noche.

Yo degustaba tu nombre,

me persignaba ante el Dios de los sudores,

me lavaba los ojos

con un emporio de agujas verticales.



Como la luna nueva

estabas y no.

Te prometías detrás de los silencios

como una rosa recién amanecida.

Te prometías:

un conjuro de almanaques y futuro,

un mohín empolvado

con brillos venideros.



Como la luna nueva

estabas y no.

Debajo de la enagua de la ausencia

tu luz

extendía sus piernas,

devoraba puntillas,

crucificaba con clavos de raso

la aguda humedad de mi deseo.








lunes, 22 de abril de 2024

DAMA O TIGRE


 DAMA O TIGRE

 

Seré dama o seré tigre,

el tiempo dirá.

Cuando ame o cuando escriba

el tiempo encastrará las piezas

de este rompecabezas que soy:

el sexo como un pastel de cereza dulce y doméstico,

las palabras, las garras,

el sexo pisando fuerte sobre el ayuno,

el poema, el zarpazo.

Dama o tigre,

el tiempo dirá que me toca:

el vestido vaporoso de los domingos

amortajando el cuerpo del deseo

o las piernas soberanas

jugando a ser selva en los sillones.

Dama o tigre,

boquita pintada o sangre en las preguntas,

cuando ame, cuando escriba, cuando muera.

Novia rubia con la cabeza anestesiada

o fiera póstuma orinando las paredes de una casa

que me arropa o me ahoga,

no sé.





Arte: "The Lady Or The Tiger?", ElementalEmily

sábado, 20 de abril de 2024

HABITACIÓN 129


 HABITACIÓN 129




Resbalábamos

por la piedra amable del encuentro:

la juventud aún era probable.

Él no me dolía

y yo me ataba

al hilo de sus sueños

(si los hombres sueñan,

si la piel es factible

a partir del tacto del soñado).



La luz acomodaba

la hechura jovial de mis pezones

en el hueco de sus manos.

La luz era el alivio,

y en la garganta del jardín

donde dormía el relámpago

se hinchaban dulces plantas carnívoras,

florecían motines

de jaleas salvajes

(nunca pensé en la cara de la mujer

que rehízo

nuestra cama deshecha:

no sé si ella encontró mis llaves,

no sé si ella intentó detenerme

cuando me arrojé

por la escalera del olvido).



La garganta del jardín era mi cuerpo:

mis orillas sonrientes

palpitando

como una pájaro abierto.

La ternura legible de mis vísceras.



El jardín era ese lugar intrascendente,

huérfano de linaje,

saturado de aromas y de vínculos

apenas sustentables

donde casi lo tuve.



Casi.



Casi.





jueves, 18 de abril de 2024

TENDRÍAS QUE HABER SIDO VOS

TENDRÍAS QUE HABER SIDO VOS


Tendrías que haber sido vos.


Tendrías que haber sido vos

el rubio que me besó en el  ‘82

y me dijo sos la chica más linda de la escuela,

lástima que seas tan rara,

aunque por ahí ser rara es lo que te hace tan linda:

mientras las otras  se apretujan en el baño

para pintarse los ojos

vos  te quedás acá, mirando el  cielo de frente,

y te colgás del cuello hilos de mariposas,

cenizas de revoluciones,

canciones de Bob Dylan.


Tendrías que haber sido vos

el vecino con el que me tropecé a los dieciséis

y al que amé feroz y platónicamente

(es el hombre más lindo del mundo,

igualito a Paul McCartney,

no,  más lindo que Paul McCartney;

si no me toca me muero,

si me toca me muero también,

combustión espontánea le dicen,

es raro, pero pasa).


Tendrías que haber sido vos

el chico que me acarició la cabeza

cuando el amigo de Richard Gere  se suicidó en “Reto al destino”

y yo me puse a llorar desconsoladamente.

El que me compró un amanecer en la playa

y me dijo que ahí, en el sol,

iba a estar lo que quisiera ver, siempre.


Tendrías que haber sido vos el pibe de la fábrica,

el hermano de mi odontólogo,

el baterista de ese grupo ignoto que nunca llegó a nada,

el hombre que tiene los ojos del mismo color que los de mi hijo.


Tendría que haber sido otro

el que apareciera

cuando estuviera cansada de vos,

y me dijera que sí pero no,

que tal vez, si yo no tuviera que revisar cuadernos,

que tal vez, si nos hubiéramos conocido hace veinticinco años,

que tal vez en la próxima vida

cuando seas vos el mentiroso que me tome del brazo con  dulzura

y me diga al oído

sos la chica más linda de la escuela, la más sexy,

la que saldría seguro en la tapa de Playboy

si no estuviera siempre buscándole la vuelta a las canciones de Bob Dylan

y no fuera tan bajita.







Arte: Ada Breedveld 

Del poemario "Pretty in pink" (2016)

martes, 16 de abril de 2024

LA GRAN TETA BLANCA


 LA GRAN TETA BLANCA

 

Engordé bastante en los últimos años.

Cuando todo se desmorona,

abrir la puerta de la heladera cada cinco minutos

no parece una idea tan descabellada.

Supongo que cada vez que berreaba,

en mi infancia temprana,

mi madre, desde su ingenuidad,

me consolaba a fuerza de pezón y leche.

Y que, junto con su tibieza,

incorporé la nefasta dinámica

de tapar el dolor con comida.

Supongo que mi manía

de vivir en la cocina e ignorar

cualquier otra habitación de la casa

tiene que ver con la necesidad de estar cerca

de la gran teta blanca.

La gran teta que está ahí,

siempre lista para socorrerme,

para anestesiar mis llagas

con un guiño de manteca.

La gran teta que obtura el agujero,

por el que podría escaparse el ángel roto,

ese que sabe

que lo que sangra no es hambre.

 

Engordé bastante en los últimos años.

Me dediqué a comer, comer, comer

y nunca gritar.

A tragarme todo,

como una grotesca oruga que nunca alcanza

su  anunciado destino de mariposa.

Tragarme las palabras,

los pedidos de auxilio,

los por qué, los para cuándo.

Me acostumbré a dejarme mimar

por la gran teta blanca.

A dejarme acunar por sus sabores.


 A dormirme abrazada

a una porción de lemon pie.


domingo, 14 de abril de 2024

NUNCA TENDREMOS PARÍS


 NUNCA TENDREMOS PARÍS


“El dolor, se dice callando.”
Eduardo Galeano 



Nunca tendremos París. 

No hubo un vestido azul 

ni una promesa, 

y aunque el mundo también se derrumbaba 

-se viene derrumbando desde siempre, 

desde que Dios optó por distraerse 

enumerando estrellas- 

no supimos amarnos. 



Nunca tendremos París, 

pero yo tengo el llanto, 

la hembra que me habita y que suicido 

ayunando tu piel cada mañana, 

las ojeras colgadas del espejo, 

el tabaco escociéndome la boca 

y esta tristeza dulce que no puedo 

explicar con palabras.



Nunca tendremos París, 

pero yo me emborracho por la tarde 

cada viernes de mayo, 

cuando se rompe el viento 

y no consigo 

soportar el otoño 

y le retuerzo el cuello displicente 

a mi  ángel de la guarda 

y escribo algunos versos anodinos, 

y callo, siempre callo, 

porque el dolor se dice con silencio 

y el lenguaje 

no sabe de cielos de París, 

de vestidos azules y promesas, 

ni de  recuerdos que jamás tendremos.






Arte: "Lovers in Paris", Leonid Afremov